"El fulgor” atrapa cinco momentos en la vida de una canción de Nacho Vegas
y nace, como proyecto cinematográfico, con la intención de evitar la
situación descrita en el párrafo anterior. De ninguna manera el proceso
de rodar la película podía convertirse en más importante que el acto
mismo de componer la canción. Con esta premisa clara comencé el rodaje.
Con un equipo reducido a la mínima expresión (una cámara de vídeo
digital, un micrófono y un pequeño grupo de cómplices) empecé a citarme
con Nacho Vegas para captar cada una de las fases necesarias en el
crecimiento de una de sus canciones. Ese era el único compromiso de la
película. Su presencia se reducía a una cámara inmóvil y discreta
colocada en un lugar desde el que captar lo que sucedía delante de ella.
Solo lo que pasaba delante y cómo pasaba era lo importante. No había
espacio para otros condicionamientos: iluminación, guión, puesta en
escena... Ninguna de esas cosas tenía relación con la película. De esta
manera, y con una fidelidad inherente al proceso, rodamos en casa de
Nacho, en el local de ensayo, en el estudio de grabación, en la mezcla y
sobre un escenario. En ese desarrollo hubo también una necesaria y
explícita renuncia a la belleza construida, artificial. Los planos
tenían que buscar su necesidad, tenían que mostrar de la mejor manera
posible lo que pasaba delante de la cámara sin ningún condicionante
estético previo. Así, la película está compuesta por una colección de
planos generales, fijos y estáticos. Largos planos-secuencia que
respetan el tiempo natural de cada uno de los procedimientos. El tiempo
real se transforma en el “tempo cinematográfico”.
“El fulgor” es una película que tiene como protagonista absoluta la
canción del mismo título, un acercamiento respetuoso al nacimiento y los
primeros momentos de vida pública de una canción que sirve, al mismo
tiempo, como retrato íntimo de la manera de trabajar de uno de los
músicos que más me emociona. Un doble primer plano (cinematográfico y
musical) de una manera honesta de entender la creación artística que
está desapareciendo, arrasada por la mediocridad y la falsedad que
imponen el mercado y la industria (musical y cinematográfica.
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